Dicotomía, salud o economía

No tenemos hoy una solución inmediata para la COVID-19. Tampoco existen medidas milagrosas que, de implantarse, nos aseguren un horizonte claro a corto o medio plazo sobre esta crisis sanitaria mundial. Dicho esto, sin distinguir responsabilidades de colores políticos, ni ámbitos de actuación local, autonómica o estatal, lo cierto es que es muy difícil gestionar lo desconocido y solo nos queda apelar a la responsabilidad individual para salir adelante.

Siempre ha de haber comprensión y empatía. Luchar frente a lo adverso es tarea de todos. Lo que me parece inasumibles son las actuaciones puntuales de nuestros responsables, que surgen de una crisis sistémica, las cuales son del todo intolerables. Como ejemplo, uno de nuestros clientes. Profesional de la hostelería en tierras vascas, que inicia su sueño empresarial en 2019, sufre en plena pandemia los decretazos de cierre de su sector en varios centros de trabajo, aperturas con restricciones, adaptaciones de establecimientos a las nuevas medidas, etc. ¿La consecuencia inmediata? Inmovilización de trabajadores que entran y salen de los ERTE al antojo de la autoridad de turno y según convenga. ¿Resultado final? Alteración de la gestión y planificación empresarial de un día para otro, descontrol organizativo, anarquía y pulverización progresiva de la actividad de forma inmisericorde.

El desafío está en empatizar con las personas que hoy centran sus esfuerzos en conciliar la salud y la economía, pues ambas son imprescindibles.

En plena crisis descrita, este empresario le bombardea la inspección laboral. Se le exige arbitraria e injustificadamente, vía requerimiento, documentos relativos a: control de horarios, contratos de trabajadores, cotizaciones, tickets de ventas, etc. Como era de esperar, la empresa centrada en su subsistencia no da satisfacción plena a los requisitos que le eran exigidos y resulta expedientada por: obstrucción a la labor de la inspección, incumplimientos varios del control horario de los operarios, entre otros puntos.

Este hecho no es puntual, es el día a día. ¿Es justo? Creo que el desafío está en empatizar con las personas que hoy centran sus esfuerzos en conciliar la salud y la economía, pues ambas son imprescindibles. Si por el contrario seguimos improvisando en salud y castigamos la base de nuestro sustento, de seguro que estos remedios serán al final peores que la enfermedad.

[Artículo publicado en Viva Jaén]

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